El libre albedrío o libre elección es la creencia de aquellas doctrinas filosóficas que sostienen que los humanos
tienen el poder de elegir y tomar sus propias decisiones. Muchas
autoridades religiosas han apoyado dicha creencia, mientras que ha sido
criticada como una forma de ideología individualista por pensadores tales como Baruch Spinoza, Arthur Schopenhauer, Marx o Nietzsche. El concepto es comúnmente usado y tiene connotaciones objetivas al indicar la realización de una acción por un agente no-condicionado íntegramente ligado por factores precedentes y subjetivos en el cual la percepción de la acción del agente fue inducida por su propia voluntad.
El principio del libre albedrío tiene implicaciones religiosas, éticas, psicológicas, jurídicas y científicas. Por ejemplo, en la ética puede suponer que los individuos pueden ser responsables
de sus propias acciones. En la psicología, implica que la mente
controla algunas de las acciones del cuerpo, algunas de las cuales son conscientes.
En cuanto a la ciencia, no hay ninguna evidencia de que el libre
albedrío exista. Aunque según la
física cuántica, algunos procesos a escala
subatómica no están determinados por la clásica causalidad física,
y esta clase de procesos ocurre en el cerebro, por lo que puede ser imaginado como una manifestación del libre albedrío.
Perspectivas filosóficas sobre la libertad
Existen varios puntos de vista sobre si la libertad metafísica
existe, eso es, si las personas tienen el poder de elegir entre
alternativas genuinas.
El determinismo
es el punto de vista según el cual todos los eventos son resultados
inevitables de causas previas, de que todo lo que pasa tiene una razón
de ser.
El incompatibilismo
es el punto de vista según el cual no es posible reconciliar una
creencia en un universo determinista con el verdadero libre albedrío. El
determinismo duro acepta tanto el determinismo como el incompatibilismo, y rechaza la idea de que los humanos poseen un libre albedrío.
Lo contrario a esto es el libertarismo filosófico, que mantiene que los individuos tienen libertad metafísica y por lo tanto rechaza el determinismo. El indeterminismo
es una forma del libertarismo que, según su punto de vista, implica que
el libre albedrío realmente existe, y esa libertad hace que las
acciones sean un efecto sin causa. La teoría de la agencia es una forma del libertarismo que mantiene que la elección entre el determinismo y el indeterminismo es una dicotomía falsa.
Antes que voluntad, es un efecto sin causa, la teoría de la agencia
sostiene que un acto de libre albedrío es un caso de agente-causalidad,
por lo cual un agente (persona, el ser) causa un acontecimiento. Es una
filosofía separada de la teoría económica y política del libertarismo. El libertarismo metafísico se llama a veces voluntarismo para evitar esta confusión.
El compatibilismo
es el punto de vista que sostiene que el libre albedrío surge en el
exterior de un universo determinista aún en ausencia de incertidumbre
metafísica. Compatibilistas pueden definir al libre albedrío como el
surgimiento de una causa interior, tal como los pensamientos, las
creencias y los deseos. La filosofía que acepta tanto el determinismo
como el compatibilismo se llama el determinismo suave.
Determinismo contra indeterminismo
El determinismo
sostiene que cada situación se condiciona íntegramente y así es
determinada por los estados de los propósitos que la precedieron.. El indeterminismo especula que esta proposición
es incorrecta, ya que hay acontecimientos que no son determinados
enteramente por acontecimientos previos. El determinismo filosófico es
ilustrado a veces por el experimento mental del demonio de Laplace,
el cual conoce todos los hechos acerca del pasado y presente y todas
las leyes naturales que gobiernan el mundo, y utilizan este conocimiento
para prever el futuro, hasta el más mínimo detalle —pero Laplace no
representa el pensamiento científico moderno acerca del tema.
El incompatibilismo
mantiene que el determinismo no se puede reconciliar con el libre
albedrío. Los incompatibilistas generalmente aclaman que una persona
actúa libremente sólo cuando ésta es la única que origina la causa que
desencadena una acción y que podría haber terminado auténticamente de
otra manera. Ellos mantienen que si el determinismo es verdad cada
elección es determinada por acontecimientos previos.
Hay un punto de vista intermedio en que las condiciones pasadas
podrían tener influencia, pero no determinan las acciones futuras. Las
elecciones individuales son un resultado entre muchos resultados
posibles, todos los cuales son inducidos pero no son determinados por el
pasado. Incluso si el agente del albedrío espontáneamente se esfuerza
en escoger entre las acciones disponibles, propiamente el agente no es
el que origina la causa de la acción, porque nadie puede realizar las
acciones que son imposibles, tal como volar con solo batir los brazos.
Aplicado a estados interiores, esta perspectiva sugiere que uno puede
escoger entre las opciones en que uno piensa, pero no puede escoger una
opción inverosímil de realizar. Según esta opinión, las elecciones
actuales pueden iniciar, determinar, o pueden limitar las elecciones
futuras.
Baruch Spinoza
comparó la creencia del hombre en el libre albedrío con una piedra que
piensa que escogió el sendero al cual llegó por el aire y el lugar en el
cual aterrizó. En la Ética escribió, "Las decisiones de la mente
no son nada salvo deseos, que varían según varias disposiciones
puntuales". "No hay en la mente un absoluto libre albedrío, pero la
mente es determinada por el desear esto o aquello, por una causa
determinada a su vez por otra causa, y ésta a su vez por otra causa, y
así hasta el infinito." "Los Hombres se creen libres porque ellos son
conscientes de sus voluntades y deseos, pero son ignorantes de las
causas por las cuales ellos son llevados al deseo y a la esperanza."
Arthur Schopenhauer, estando de acuerdo con Spinoza, escribió, "Todos creen a priori
en que son perfectamente libres, aún en sus acciones individuales, y
piensan que a cada instante pueden comenzar otro capítulo de su vida....
Pero a posteriori, por la experiencia, se dan cuenta —a su
asombro— de que no son libres, sino sujetos a la necesidad; su conducta
no cambia a pesar de todas las resoluciones y reflexiones que puedan
llegar a tener. Desde el principio de sus vidas al final de ellas, deben
soportar el mismo carácter...”
Tú puedes hacer lo que
siempre haces, pero en algún momento de tu vida, sólo podrás hacer una
actividad definida, y no podrás hacer absolutamente nada que no sea esta
actividad.
Puedo hacer lo que
deseo: Si puedo, si lo deseo, dar todo lo que tengo a los pobres y por
lo tanto hacerme pobre yo mismo -si lo deseo. Pero yo no puedo desear
esto, porque los motivos opuestos tienen demasiado poder sobre mí para
poder hacerlo. Por otro lado, si tuviera un carácter distinto, al
extremo de que yo fuera un santo, podría desearlo. Pero entonces no
podría dejar de desearlo por lo que tendría que hacerlo... tampoco como
una bola en una mesa de billar no se puede mover antes de recibir un
impacto, tampoco puede un hombre levantarse de su silla antes de ser
jalado o impulsado por un motivo. Pero el pararse es tan necesario e
inevitable como el rodar de una bola después del golpe. Y esperar que
alguien haga algo a lo que absolutamente ningún interés lo impulsa... Es
lo mismo que esperar que un trozo de madera se mueva hacia mí sin ser
jalado por una cuerda...
Schopenhauer dice que un
humano puede hacer muy bien lo que quiera, pero no puede querer lo que
quiere, me acompaña en todas las circunstancias de mi vida y me
reconcilia con las acciones de los humanos, aún cuando son muy
estresantes.
Friedrich Schiller propuso una coyuntura a este dilema en su Educación Estética del Hombre en una serie de Cartas, que fue ahondada aún más por Rudolf Steiner en su Filosofía de la Libertad. Ambos sugieren que el individuo “albedrío” es inicialmente No-Libre; esto se debe a que el individuo actúa con base en principios religiosos, éticos y morales, o que aún son racionales.
Los "deterministas duros", tal como d`Holbach, son los incompatibilistas que aceptan el determinismo y rechazan el libre albedrío. Los "libertarios", tal como Thomas Reid, Peter van Inwagen, y Didac González,
son esos incompatibilistas que aceptan el libre albedrío y niegan el
determinismo, teniendo en cuenta que alguna forma del indeterminismo es
verdad.
Otros filósofos sostienen que el determinismo es compatible con el libre albedrío. Estas personas, tales como Hobbes,
generalmente aclaman que una persona actúa con libertad sólo cuando se
espera que la persona actúe de cierta manera y cometa otro acto por
decisión propia. Articulando esta cláusula elemental, Hume
escribe que “esta libertad hipotética se aplica universalmente a
cualquiera que no sea un prisionero encadenado”. Los compatibilistas
apuntan con frecuencia a casos en donde la libertad de alguien es negada
— violaciones, asesinatos, asaltos, y la lista continúa. La clave para
estos casos no consiste en que el pasado esté determinando el futuro,
sino en que el agresor está dominando sobre los deseos y preferencias de
las acciones de la víctima. El agresor está forzando
a la víctima, y, de acuerdo con los compatibilistas, esto es lo que
domina sobre el libre albedrío. Además, argumentan que el determinismo
no es lo que importa, sino el hecho de que las acciones de los
individuos son el resultado de sus propios deseos y preferencias, sin
estar dominados por alguna fuerza externa o interna. Para ser un
compatibilista, uno no necesita endorsar alguna concepción particular
del libre albedrío, sino aceptar que el determinismo está relacionado
con éste.
Otro punto de vista es que el concepto “libre albedrío” es, como
diría Hobbes, un “discurso absurdo”, porque la libertad es un poder
definido en términos del albedrío, el cual es una cosa — y así la
voluntad no es la clase de cosa que podría ser libre o no libre. John Locke, en su "Ensayo referente a la comprensión humana", indicó que eso de llamarse "libre" es comprometerse a un error de categoría:
¿Cuándo el albedrío de
un hombre es libre o no lo es? [L]a pregunta en sí es impropia y es
insignificante preguntar si un hombre será libre, así como preguntar si
su sueño será rápido, o si su virtud cuadrada: la libertad no es muy
aplicable al albedrío, así como la rapidez del movimiento a un sueño, o
el ser cuadrado a la virtud. Cada uno puede reírse de lo absurdo de esa
pregunta o de cualquiera de las anteriores: porque es obvio que las
modificaciones en el movimiento no pertenecen al sueño, ni la virtud
depende de su figura; y cuando alguien lo considera, creo que su
albedrío percibirá que la libertad, que es un poder, pertenece
únicamente a los agentes y no puede atribuir o modificar el albedrío,
que también es únicamente un poder.
Capítulo XXI, Párrafo 14
Esta pregunta también plantea si cualquier acto intencionado puede
ser libre o cualquier acto sin intención puede estar relacionado con el
albedrío, dejando la libertad como un oxímoron.
Algunos compatibilistas argumentan que esta ambigüedad del concepto
“libre albedrío” es en parte culpable de la percepción de contradicción
entre el determinismo y la libertad. Así, desde un punto de vista
compatibilista, el uso de “libre albedrío” en un sentido
“incompatibilista puede ser interpretado como lenguaje cargado.
Responsabilidad moral
La sociedad generalmente hace a la gente responsable por sus acciones y dirá que merecen premios o castigos por lo que hagan. Sin embargo, muchos creen que la responsabilidad moral requiere libre albedrío; en otras palabras, la habilidad de tomar distintas alternativas. Además, otro tema de importancia es si los individuos siempre son moralmente responsables y, de ser así, en qué sentido.
Los incompatibilistas tienden a pensar que el determinismo no está
relacionado con la responsabilidad moral. Después de todo, parece
imposible que uno pueda llamar a alguien responsable por una acción que
podía predecirse desde antes. Los deterministas duros pueden decir “Muy mal para la Responsabilidad moral” y descartar el concepto — Clarence Darrow utilizó este argumento para defender a los asesinos Leopold y Loeb — mientras, controvertidamente, los libertinos podrían decir “Muy mal para el determinismo”.
Este caso parece ser el corazón de la disputa entre los deterministas
duros y los compatibilistas; los deterministas duros están forzados a
aceptar que los individuos tienen con frecuencia “libre albedrío” en el
sentido compatibilista, pero pueden negar que es este sentido de
libertad el que realmente importa — que puede llegar en la
responsabilidad moral. Sólo porque las opciones de un agente no son
coherentes, de acuerdo con los deterministas duros, no cambia el hecho
de que el determinismo le quita la responsabilidad al agente.
Los compatibilistas argumentan con frecuencia que por otro lado, el determinismo es un prerrequisito
para la responsabilidad moral — la sociedad no puede mantener a alguien
responsable a menos que sus acciones fueran determinadas por algo. Este
argumento fue utilizado por Hume y por el anarquista William Godwin.
Después de todo, si el indeterminismo es cierto, entonces esos eventos
no son determinados; son al azar. Una de las preguntas formuladas es si
es posible culpar o castigar a una persona por llevar a cabo una acción
que saltó espontáneamente a su sistema nervioso. Argumentan que uno
necesita mostrar cómo la acción proviene de los deseos y las
preferencias — el carácter de las personas — antes de que uno
mantenga a la persona como responsable social. Los liberales podrán
responder que las acciones indeterminadas no tienen relación con el azar
y que resultan de un sustantivo albedrío en que sus decisiones serán
indeterminadas. Este argumento es ampliamente considerado como no
satisfactorio, ya que sólo dificulta el problema y envuelve metafísica, así como el concepto Ex nihilo nihil fit.
San Pablo, en su Epístola a los romanos, plantea la siguiente pregunta sobre responsabilidad moral:
¿Es que el alfarero no es dueño de hacer de una misma masa unas vasijas para usos nobles y otras para usos despreciables?
Desde esta perspectiva, los individuos todavía pueden perder su honor
por medio de sus actos, aún cuando tales fueran determinados
completamente por Dios.
Un punto de vista similar dice que la responsabilidad de la
culpabilidad moral del individuo recae en el carácter individual. Eso
significa que una persona con el carácter de un asesino no tiene otra
alternativa más que matar, pero todavía puede ser castigado porque es un
derecho castigar a las personas con mal carácter.
Teorías compatibilistas y el principio de pudo-haberse-hecho
El filósofo Isaías Berlín clamó que para tener opción de libertad
el agente debería poder actuar de manera contraria. Este principio, que Van Inwagen llama el “principio de las posibilidades alternativas”,
dice ser un requisito para la libertad. Desde este punto, las acciones
llevadas a cabo desde la influencia de una coerción irresistible no son
libres y el agente no es moralmente responsable de ellas.
Sin embargo, algunos compatibilistas, argumentan que hay casos en los que, aún cuando el agente no pudiera
actuar de otra manera, su elección aún es libre, porque la coerción
irresistible coincide con las intenciones y deseos personales del
agente, así como el dicho “Ahora, pon la pistola en mi sien y oblígame a
tomar un trago.” En Elbow Room,
Dennet presenta un argumento para la teoría compatibilista sobre el
libre albedrío. La elaboró más adelante en el libro de 2003 Freedom Evolves.
El razonamiento básico consiste en que, si los individuos no
considerasen a Dios, o a un demonio infinitamente poderoso, o la
capacidad de viajar en el tiempo, entonces habría caos y habría seudo-azar
o un azar cuántico; el futuro se define en una enfermedad, compuesto
por todos los seres finitos. Los únicos conceptos bien definidos son las
“expectativas”. Además, la habilidad para hacer lo “contrario” sólo
tiene sentido cuando se manejan expectativas y no con un futuro
totalmente desconocido. Desde que los individuos tienen la habilidad de
actuar de una manera diferente a la que el resto espera, el libre
albedrío puede existir. Los incompatibilistas aclaman que el problema
con esta idea es que la herencia y la cantidad de coerción irresistible
creada por el ambiente hacen que todas nuestras acciones sean
controladas por fuerzas fuera de nosotros mismos, determinadas por el
azar.
El filósofo John Locke
negó que el término “libre albedrío” tenga sentido. Sin embargo,
también afirmó que el determinismo era irrelevante. Creía que la
capacidad de actuar voluntariamente consistía en que los individuos
tienen la habilidad de posponer una decisión lo suficiente como para
deliberar sobre las consecuencias de tomar o no esa alternativa. Se han
ofrecido análisis más sofisticados de la libertad compatibilista, así
como otras críticas.
William James,
filósofo y psicólogo, etiquetó como determinismo leve a la posición
actualmente conocida como compatibilismo, y argumentó que las
formulaciones del determinismo leve eran “un dilema de evasión en el
cual el verdadero asunto de importancia se ha difuminado completamente.”
Pero los puntos de vista de James eran un tanto ambivalentes. Mientras
creía en el libre albedrío en “campos éticos,” pensaba que no había
evidencia para su existencia en campos psicológicos o científicos.
Además, no creía en el incompatibilismo como se formuló anteriormente,
en que el indeterminismo de las acciones humanas fuera un requisito para
la responsabilidad moral. En su clásica obra Pragmatismo,
publicada en 1907, escribió que “El instinto y sus utilidades pueden
ser confiables para llevar los asuntos sociales de castigo y culpa”
fuera de las teorías metafísicas. Creía que el indeterminismo es
importante como una “doctrina de alivio” — permite creer que, aunque el
mundo desde muchos puntos de vista sea un lugar malo, puede mejorar a
través de las acciones de los individuos. El determinismo, argumentó,
indetermina ese meliorismo.
La ciencia del libre albedrío
A lo largo de la historia, las personas han hecho intentos de responder a las preguntas del libre albedrío a través de principios científicos. La primera mentalidad científica muchas veces mostró al Universo como determinista, y muchos pensadores creían que era simplemente cuestión de recolectar suficiente información el poder predecir eventos futuros con perfecta precisión.
Esto motiva a los individuos a ver el libre albedrío como una
ilusión. La ciencia moderna es una mezcla de teorías deterministas y
estocásticas. Por ejemplo, la decadencia radioactiva ocurre con
probabilidad predecible, pero no es posible, aún en teoría, decir
exactamente cuándo un núcleo particular decaerá. La mecánica cuántica
predice observaciones solo en términos de probabilidad. Esto coloca
dudas sobre el determinismo del Universo. Algunos científicos
deterministas como Albert Einstein creen en la teoría de la variable escondida; que por debajo de las probabilidades de la mecánica cuántica hay más variables (ver la paradoja EPR).
Esta teoría ha traído grandes dudas sobre sí misma, por las desigualdades de Bell,
que sugieren que “Dios puede jugar a los dados en verdad” después de
todo, quizás poniendo en duda las predicciones del demonio de Laplace.
El filósofo contemporáneo más importante que ha capitalizado el éxito de
la mecánica cuántica y la teoría del caos para defender la libertad incompatible es Robert Kane, en La importancia del libre albedrío
y otros escritos. Los argumentos de Kane, aun así, se aplican
perfectamente a cualquier entidad “impensable” que se comporte de
acuerdo con la mecánica cuántica.
Como los físicos, los biólogos han cuestionado el libre albedrío. Uno de los debates más odiados de la biología es el de “lo innato y lo adquirido”.
Este debate cuestiona la importancia de la genética y la biología en el
comportamiento humano cuando se compara con la cultura y el medio
ambiente. Los estudios de genética han identificado muchos factores
genéticos que afectan la personalidad del individuo, como en casos
obvios como el Síndrome de Down, a efectos más sutiles como una predisposición estadística hacia la esquizofrenia.
Aun así, no es certero que la determinación ambiental afecta menos el
libre albedrío que la determinación genética. Los últimos análisis del genoma humano muestran que solo tiene veinte mil genes. Estos genes, y el reconsiderado material genético intrón, y la nueva MiRNA, permiten un nivel de complejidad análoga a la complejidad del comportamiento humano. Desmond Morris y otros antropólogos han estudiado la relación entre el comportamiento y la selección natural en humanos y otros primates.
La síntesis de estos dos campos de investigación es que la genética
humana puede ser lo suficientemente compleja como para explicar
tendencias del comportamiento y que los factores ambientales
beneficiosos para la evolución, tales como el comportamiento de los
padres y los estándares culturales, modifican estos factores genéticos.
Ninguno de estos fenómenos, complejidad genética o desventajas en el
comportamiento cultural, requieren del libre albedrío para explicar el
comportamiento humano. Sin embargo, la presencia de los genes que juegan
un papel en algunas conductas, como por ejemplo desórdenes mentales, no
vuelve a un comportamiento automático, y los estudios sugieren que hay
personas que sufren de una predisposición genética a ser más explosivos,
pero el comportamiento violento no necesariamente se vuelve un rasgo en
la conducta del individuo.
Parece que es necesario más de un gen, y un posible combustible
ambiental para expresar el rasgo; esto sugiere que la naturaleza y la
crianza juegan un importante papel en nuestro comportamiento. Algunos
difieren y afirman que alguna forma de libre albedrío puede todavía
existir, ya que el factor ambiental en el libre albedrío le permite a
una persona manipular ese ambiente de manera tal que esta manipulación
implique un compromiso entre su propio cuerpo y mente, porque una acción
aislada no existe, una motivación parecida o comparable a ambos actos
existe, y los factores genéticos permiten a esas dos o más acciones ser
tomadas en cualquier situación o momento, pero solo a veces ese
compromiso puede significar un evento que no es al azar, al menos en
algunas instancias, el argumento tiende a implicar.
La parte de crianza aquí puede estar en conflicto con información a
corto plazo, así que no necesariamente predice o explica el resultado
del curso de la acción a ser tomada. Aun así, otros discuten que esos
factores en solitario pueden explicar el resultado del comportamiento
sin la necesidad del “libre albedrío”. Las investigaciones sobre el tema
siguen en proceso.
También se ha vuelto posible el estudio del cerebro
vivo y los investigadores ahora pueden observar la maquinaria de la
toma de decisiones trabajando. Un experimento en este campo fue
conducido por Benjamín Libet
en los años 1980, en el cual él les pedía a sujetos escoger un momento
cualquiera para agitar su muñeca mientras él lo asociaba con la
actividad cerebral.
Libet descubrió que la actividad cerebral inconsciente que llevaba a
la decisión consciente de mover su muñeca comenzaba medio segundo antes
de que el sujeto conscientemente decidiera moverla. Esta masa de carga
eléctrica ha sido llamada potencial de estar listo (o potencial de preparación).
Los descubrimientos de Libet sugieren que las decisiones tomadas por un
sujeto son primero hechas en un universo inconsciente y después son
traducidas a una “decisión consciente”, y la creencia del sujeto de que
esto ocurrió bajo su voluntad se debe únicamente a la visión
retrospectiva del evento. Por otro lado, Libet todavía encuentra espacio
en su modelo para el libre albedrío, en la noción del poder del veto:
de acuerdo con este modelo, los impulsos inconscientes que ocasionarán
un acto voluble pueden ser suprimidos por los esfuerzos conscientes del
sujeto. Cabe acotar que esto no significa que Libet crea que las
acciones inconscientemente incentivadas necesitan la ratificación de la
consciencia, sino que, más bien, la consciencia retiene el poder de
negar la actualización de los impulsos inconscientes.
Un experimento relacionado, realizado después por el doctor Álvaro Pascual-Leone,
se basaba en preguntar a los sujetos qué mano querían mover. Encontró
que, estimulando diferentes hemisferios del cerebro usando campos magnéticos,
era posible influenciar fuertemente en la escogencia de la mano.
Normalmente la gente que opta por la mano derecha escogería mover dicha
mano el 60% del tiempo, pero cuando el hemisferio derecho era
estimulado, escogerían la mano izquierda en un 80% de las situaciones;
el hemisferio derecho del cerebro es responsable del lado izquierdo del
cuerpo, y viceversa. A pesar de la influencia externa en la toma de
decisiones, los sujetos continuaban reportando que creían haber tomado
la decisión libremente. El mismo Libet,
sin embargo, no interpreta su experimento como experiencia de la
ineficacia del libre albedrío consciente —él señala que a pesar de la
tendencia que dice que al presionar un botón, y acumular por 500
milisegundos, el consciente retendrá el derecho a vetar esa acción en
los últimos milisegundos. Se puede comparar con un jugador de golf, que
puede mover el putter varias veces antes de acertar. Si nos
basamos en esto, la acción simplemente recibe una estampa de aprobación
en el último milisegundo. También planeando las actividades del día de
mañana, o para dentro de una hora, el interruptor de los milisegundos es
insignificante.
Puede, o no, ser posible alcanzar una realización científica final
involucrando la posibilidad del libre albedrío adentrándonos en los
orígenes de nuestros pensamientos conscientes. En el punto de vista
científico, toda experiencia consciente es contingente hacia las
neuronas —un golpe fuerte en la cabeza puede servir como demostración a
este punto, así como casos documentados de lesiones neurológicas.
El cerebro consiste en miles de millones de neuronas, con mil billones
de conexiones entre ellas. En un nivel bioquímico, la tarea principal de
una neurona es propagar impulsos electro-químicos a otras neuronas
formando un “circuito integrado” que constantemente recibe información
de los sentidos (vista, olor, tacto y gusto) y devolviendo información
para controlar músculos y órganos. Sólo el 10% de las neuronas en el
sistema nervioso tratan con los impulsos sensoriales y con el control de
músculos; las neuronas sobrantes sirven para integrar, refinar y
procesar señales de entrada o salida.
La experiencia del libre albedrío es así conceptualizada surgiendo de
alguna combinación de estas neuronas, pero ¿cómo llegamos a esta
acumulación de neuronas, que son finos hilos de grasa con el potencial
de recibir impulsos eléctricos, pueden dar poder a nuestro consciente,
emociones y sentimientos? ¿Cómo puede ser que este concepto de “yo” y
nuestro libre albedrío puede controlar neuronas y nuestro
comportamiento, y el cerebro es meramente una sopa tibia de grasa,
colesterol y neurotransmisores? Este misterio sin resolver domina el
debate moderno sobre la existencia de nuestra conciencia y la
posibilidad del libre albedrío.
Neurología y psiquiatría
Hay ciertos desórdenes relacionados con el cerebro que pueden ser denominados como desórdenes del libre albedrío: en el desorden obsesivo-compulsivo un paciente puede sentir una agobiante necesidad de hacer algo en contra de su propia voluntad. Los ejemplos incluyen lavarse las manos varias veces al día, reconociendo el deseo como su propio deseo, aunque parece estar en contra de su propia voluntad. En el síndrome de Tourette y otros parecidos, los sujetos se moverán involuntariamente, desarrollando tics y articulaciones. En el síndrome de la mano ajena, que es también llamado el síndrome del Dr. Strangelove, denominado así por la popular película, las extremidades del paciente harán actos significativos sin la intención del sujeto.
Determinación y comportamiento emergente
En la emergente o filosofía generativa de la ciencia cognitiva y la psicología evolucionista, el libre albedrío es la generación de posibles comportamientos infinitos de la interacción de un grupo de reglas y parámetro finitos. A pesar del impredecible carácter del comportamiento emergente de procesos deterministas guía a la percepción del libre albedrío, el libre albedrío como una entidad ontológica no existe.
Como una ilustración, los juegos de mesa de estrategia como el
ajedrez y el go, son rigurosamente determinados en sus reglas y
parámetros expresados en términos de la oposición de las piezas en
relación con las demás en el tablero. Aun así, el ajedrez y el go,
con sus estrictas y simples reglas, generan una gran variedad de
comportamientos impredecibles. Por analogía, los emergentes o
generativos sugieren que la experiencia de libre albedrío emerge de la
interacción de reglas finitas y parámetros determinados que generan
comportamientos infinitos y predecibles. En la vista de la dinámica y
psicología y evolución, células autómatas y las ciencias generativas
el comportamiento social puede ser controlado como proceso emergente, y
la percepción del libre albedrío fuera de la casualidad es
esencialmente una prueba de ignorancia.
Libre albedrío en otras especies
En enero de 2011 se publicó en la revista Proceedings of the Royal
Society el artículo “Hacia un concepto científico de la voluntad libre
como un rasgo biológico: acciones espontáneas y toma de decisiones en
los invertebrados”
en el cual se afirma que hasta las moscas de la fruta manifiestan de
alguna manera una conducta con libre albedrío. Su autor, Björn Brembs,
afirma que el comportamiento de las moscas, aunque no es completamente
libre, no está completamente constreñido. El trabajo aporta evidencia
obtenida de cerebros de moscas, cerebros considerablemente más pequeños
que el nuestro, pero que sin embargo parecen estar dotados de
flexibilidad en la toma de decisiones. El científico se atreve a señalar
que la capacidad de elegir entre diferentes opciones de comportamiento,
incluso en la ausencia de diferencias en el medio ambiente, sería una
capacidad común a la mayoría de los cerebros, si no de todos, por lo que
los animales más simples no serían autómatas totalmente predecibles.
En la filosofía hindú
Como ha sido resumido por Swami Vivekananda: “La mente es una parte integral de la naturaleza que está unida por la ley de la causalidad. Ya que la mente está unida por una ley, ésta no puede ser libre. La ley de la causa aplicada a la mente, se llama Karma”. El filósofo del Chandrashekhara Bharati Swaminah dice en un diálogo grabado en el libro 'Diálogos con el Gurú' por R. Krishnaswami Aiyar, Chetana Limited, Bombay, 1957.
El destino es el Karma
pasado, el libre albedrío es el Karma presente. Los dos son realmente
uno, que es el Karma, aunque ellos puedan diferir en la materia del
tiempo. No puede haber conflicto cuando ellos son realmente uno
Chandrashekhara Bharati Swaminah en Diálogos con el Gurú
En una cuestión en la cuál uno debería resignarse al destino, el
Swaminah responde que de hecho uno debería dedicarse al libre albedrío y
elaborarlo.
El destino, como yo te
dije es el resultado del ejercicio pasado de tu libre albedrío. Al
ejercitar tu libre albedrío en el pasado, tú trajiste el destino
resultante. Al ejercitar tu libre albedrío en el presente, quiero que
elimines tu pasado si te duele, o añadirlo si lo encuentras agradable.
En cualquier caso bien sea para adquirir más felicidad o reducir la
miseria, tu tienes que ejercitar tu libre albedrío en el presente.
Chandrashekhara Bharati Swaminah en Diálogos con el Gurú
En la filosofía hindú, no hay un conflicto entre el destino y libre albedrío, ya que las dos son formas del karma del individuo.
En la filosofía budista
Thanissaro Bhikkhu enseñó: “Las enseñanzas de Buda sobre el Karma son interesantes porque es una combinación de causalidad y libre albedrío. Si las cosas fuesen totalmente causadas no habría manera para desarrollar una habilidad (tus acciones serían totalmente predeterminadas). Si no hubiese causalidad, todas las habilidades serían inútiles porque las cosas estarían constantemente cambiando sin rima o razón entre ellas. Pero es precisamente por la existencia de un elemento de causalidad y otro de libre albedrío, que tu puedes desarrollar habilidades en tu vida. Te preguntas: ¿Qué está involucrado en el desarrollo de una habilidad? —esto significa ser sensible a tres cosas básicamente: 1) Es un ser sensible a las causas provenientes del pasado, 2) Es un ser sensible a lo que estás haciendo en el momento presente, y 3) Es un ser sensible a los resultados de lo que estás haciendo en el momento presente —como se unen estas tres cosas”.
En la teología
La doctrina teológica de la divina sabiduría se dice que está frecuentemente en conflicto con el libre albedrío. Después de todo, si Dios sabe exactamente que pasará, exactamente todas las acciones que cada uno hará, el estatus de las opciones libres se cuestionan. Dios ya sabe por adelantado la verdad sobre las opciones de uno, lo cuál limita nuestra libertad. Este problema se relaciona con el problema Aristotélico de la batalla marina: mañana habrá o no una batalla marina. Si hubiese una, entonces era verdad que ayer habría una. Entonces sería necesario que la batalla ocurriera. Si no hubiese una, entonces por razonamiento similar, es necesario que no ocurriera. Esto implica que el futuro, sea lo que sea, está totalmente regido por verdades pasadas —verdaderas propuestas sobre el futuro. De todas formas, algunos filósofos sostienen que la necesidad y la posibilidad son definidas respecto a un punto en el tiempo y una matriz dada de circunstancias empíricas, entonces algo que es meramente posible desde la perspectiva de un observador pueden ser necesarias desde la perspectiva de un omnisciente. Algunos filósofos creen que el libre albedrío es equivalente a tener un alma, y por eso, de acuerdo con aquellos que afirman que los animales carecen de alma, los mismos no poseen libre albedrío. La filosofía judía remarca que el libre albedrío es un producto de la intrínseca alma humana, utilizando la palabra neshama, que significa “aliento”.
En el cristianismo
En la teología cristiana, Dios es descrito no solamente como alguien omnisciente sino que además es omnipotente; un hecho que mucha gente, cristianos y no-cristianos también, opinan que implica que no solamente Dios siempre ha sabido que decisiones tomará cada uno mañana, sino que además ya ha determinado esas decisiones. Eso es, creen ellos, que por la virtud de su conocimiento. El sabe que influenciará las decisiones individuales, y con la virtud de su omnipotencia. Él controla esos factores. Esto se vuelve especialmente importante para las doctrinas relacionadas con la salvación y la predestinación. Otras ramas, como los Metodistas, creen que mientras Dios es omnipotente y conoce las decisiones que los individuos van a tomar, Él todavía le da el poder a los individuos para escoger o rechazarlo todo, sin importar las condiciones externas o internas relacionadas con la decisión. Por ejemplo, cuando Jesús fue clavado a la cruz, los dos asesinos, uno de cada lado, estaban a punto de morir. Solamente uno pidió a Jesús el perdón, mientras que el otro, incluso al borde de la muerte y sin nada que perder, decide burlarse del mismo. En el punto de vista de los Metodistas y otros que creen en el libre albedrío, esto fue la elección entre la vida y la muerte eterna.
Quienes proponen el “libre albedrío”, defienden el hecho de que el
conocimiento de un suceso por venir es enteramente diferente a causar el
suceso. Quienes proponen el "determinismo" estarían de acuerdo, pero
cuestionarían si el conocimiento del futuro sería posible sin la
presencia de una causa determinante (ver Boettner, más abajo). Aun así,
la definición de la predestinación varía entre los cristianos.
El carácter del libre albedrío es también un punto de debate entre ambos lados de la teoría del socialismo cristiano. Ya que algunos cristianos interpretan la Biblia como un manifiesto que propone una sociedad ideal, el comunismo,
en tanto que los oponentes de esta teoría mantienen que el
establecimiento de un sistema comunitario a gran escala puede infringir
el libre albedrío de los individuos al negarles la libertad para tomar
ciertas decisiones por sí solos. Las comunidades cristianas, en cambio,
alegan que el libre albedrío es relativo a las opciones que tiene cada
persona, por lo que siempre estará limitado de alguna manera por las
condiciones sociales y por leyes humanas y es así como el capitalismo somete a las personas independientemente de su voluntad.
En el calvinismo
A partir de la obra de Juan Calvino, La Institución de la Religión Cristiana, los Calvinistas, divulgan la idea de que Dios, en su soberanía, quién iba a ser salvado desde antes de la Creación. En 1619 el Sínodo de Dort, convocado por la Iglesia Reformada holandesa declaró que:
- "Dios, en el tiempo, a algunos conceda el don de la fe y a otros no, procede de Su eterno decreto. Conocidas son a Dios desde e! siglo todas sus obras y: hace todas las cosas según el designio de su voluntad. Con arreglo a tal decreto ablanda, por pura gracia, el corazón de los predestinados, por obstinados que sean, y los inclina a creer; mientras que a aquellos que, según Su justo juicio, no son elegidos, los abandona a su maldad y obstinación. Y es aquí, donde, estando los hombres en similar condición de perdición, se nos revela esa profunda misericordiosa e igualmente justa distinción de personas, o decreto de elección y reprobación revelado en la Palabra de Dios. La cual, si bien los hombres perversos, impuros e inconstantes tuercen para su perdición, también da un increíble consuelo a las almas santas y temerosas de Dios.
- "Esta elección es un propósito inmutable de Dios por el cual El, antes de la fundación del mundo, de entre todo el género humano caído por su propia culpa, de su primitivo estado de rectitud, en el pecado y la perdición, predestinó en Cristo para salvación, por pura gracia y según el beneplácito de Su voluntad, a cierto número de personas, no siendo mejores o más dignas que las demás, sino hallándose en igual miseria que las otras, y puso a Cristo, también desde la eternidad, por Mediador y Cabeza de todos los predestinados, y por fundamento de la salvación. Y, a fin de que fueran hechos salvos por Cristo, Dios decidió también dárselos a él, llamarlos y atraerlos poderosamente a Su comunión por medio de Su Palabra y Espíritu Santo, o lo que es lo mismo, dotarles de la verdadera fe en Cristo, justificarlos, santificarlos y, finalmente, guardándolos poderosamente en la comunión de Su Hijo, glorificarlos en prueba de Su misericordia y para alabanza de las riquezas de Su gracia soberana. Conforme está escrito: según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuéremos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el Puro afecto de Su voluntad, para alabanza de la gloria de Su gracia, con la cual nos hizo aceptor en el Amado; y en otro lugar: Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó, y a los que justificó, a éstos también glorifico."
Ellos citan Efesios 1-4:
“En Cristo Dios nos eligió antes de la creación del mundo, para estar
en su presencia sin culpa ni mancha.” Uno de sus más fuertes defensores
de este punto de vista fue el predicador Puritano-Americano y teólogo Jonathan Edwards.
Edwards creía que la indeterminación era incompatible con la dependencia del individuo a Dios y su soberanía. Él pensaba que si las respuestas de los individuos eran causalmente libres, entonces su salvación depende parcialmente en ellos y la soberanía de Dios no es “absoluta y universal.” El libro de Edwards, Libertad del Albedrío, defiende la determinación teológica. En este libro, Edwards intenta demostrar que la liberalidad es incoherente. Por ejemplo, él dice que a través de la “determinación propia” el libertario manifiesta que las acciones propias son precedidas por un acto de libre albedrío o que los actos propios carecen de causas suficientes. La primera afirmación nos guía a un infinito regreso mientras que la segunda implica que los acciones propias ocurren por accidente y no puede hacer a alguien “mejor o peor, así como un árbol es mejor que otros árboles porque periódicamente es alumbrado por un cisne o una luciérnaga; o una roca más viciosa que otras rocas, porque las serpientes se han enrollado bajo ella más seguidos.”
Sin embargo, no debería ser considerado que este punto de vista niega completamente el libre albedrío. Clama que el hombre es libre de actuar de acuerdo con sus impulsos morales y deseos, pero que no es libre de actuar en su contra o cambiarlos. Quienes proponen, como John L.Girardeau, han indicado en sus creencias en que la neutralidad moral es imposible; que aún de ser posible, y que uno fuese adepto a ideas contrarias, uno no podría tomar decisión alguna; si uno, por otro lado, se inclina levemente hacia una opción, se escogerá ésa sobre las otras.
Cristianos no-Calvinistas intentan una reconciliación con los conceptos duales de Predestinación y libre albedrío al señalar la situación de Dios como Cristo. Al tomar la forma de un hombre, un elemento necesario en este proceso es que Jesús vivió en la forma de un mortal. Cuando Jesús nació, no fue creado por el poder omnisciente de Dios el Creador, sino con la mente de un niño humano —aun así, era todavía completamente Dios. El precedente que esto crea es que Dios es capaz de abandonar sabiduría, o ignorarla, mientras siga siendo Dios. Aunque esto no es inconcebible, y aunque la omnisciencia, y que Dios sabe cual es el futuro que le espera a los individuos, el cual está en poder de negar este conocimiento en orden de preservar el libre albedrío individual.
Sin embargo, una reconciliación más compatible con la teología
no-calvinista establece que Dios es, de hecho, ignorante de los eventos
futuros, pero, siendo eterno, está fuera del tiempo y del pasado,
presente y futuro como una sola creación. Consecuencialmente no se cree
que Dios sabría que Jeffrey Dahmer
iba a ser culpable de homicidio años antes del evento, pero que Dios
estaba consciente de ello por toda la eternidad, viendo todo el tiempo
como un presente único. Esta era la vista ofrecida por Boecio en su libro V “La Consolación de Filosofía”.
Loraine Boettner
difería acerca de la doctrina de pre-conocimiento divino y que este no
escapaba de los alegados problemas de pre-ordenación. Escribió que “Lo
que Dios más sabe de antemano, en la propia naturaleza del caso, es tan
arreglado y certero como lo que está preordenado; y si uno es
inconsistente con la agencia libre del hombre, el otro también lo es. La
preordenación predice los eventos certeros, mientras que el
preconocimiento presupone que ellos si son certeros”. Algunos cristianos
teólogos, sintiendo la mordida de este comentario, optaron por limitar
la doctrina del preconocimiento no haciéndolo todo junto, sino que
formando una nueva escuela de pensamiento, similar al Socinianismo y la Teología en Proceso, llamado Teísmo Abierto.
En el arminianismo
La oposición a la teología y soteriología calvinistas en Holanda se fortaleció a partir de la obra de Jacobus Arminius, profesor de la Universidad de Leiden. Después de su muerte, sus seguidores encabezados por Simón Episcopius escribieron el Manifiesto Remonstrance, el cual sostenía cinco puntos:
- La Caída del Hombre: La humanidad ha caído en el pecado, pero, Dios ha determinado salvar a través de Jesucristo aquellos pecadores que por la gracia del Espíritu Santo creen en El, pero deja en pecado al incorregible y el incrédulo que se resiste a la gracia.
- La expiación: Cristo murió por toda la especie humana, pero nadie excepto el que cree tiene remisión de pecado
- La Salvación: El hombre no puede de sí mismo ni de su propia voluntad hacer nada verdaderamente bueno hasta que haya nacido de nuevo por Dios, en Cristo, por medio del Espíritu Santo.
- La Gracia de Dios: Toda buena obra o movimiento en el regenerado debe ser adjudicada a la gracia de Dios, pero su Gracia no es irresistible.
- El Final de los creyentes: Aquellos que son incorporados en Cristo por medio de la fe verdadera, se les ha dado el poder por medio de la ayuda y la gracia del Espíritu Santo para perseverar en la fe. Pero es posible para el creyente caer de la gracia.
Antes de Arminius, Menno Simons había escrito y polemizado contra la doctrina de la predestinación y sostenido que Dios ha dejado vida y muerte a nuestra elección deuteronomio 29:15-20) y no quiere que nadie perezca sino que todos se arrepientan, vayan al conocimiento de la verdad y sean salvos (2Pedro 3:9, Ezequiel 33:10-20).
Así, los menonitas holandeses encontraron afinidades con los arminianos
tanto en su rechazo a la persecución religiosa, como en la oposición a
la concepción calvinista de la predestinación. Los bautistas John Smyth y Thomas Helwys, exiliados en Ámsterdam entre 1606 y 1612 fueron influenciados por el arminianismo y sus seguidores son hoy conocidos como Bautistas Generales, por su convencimiento de que Jesús murió para salvar a todos los hombres que crean en Él.
Los metodistas, como su fundador John Wesley,
defendieron los criterios armnianos creen que mientras Dios es
omnipotente y conoce las decisiones que los individuos van a tomar, Él
todavía le da el poder a los individuos para escoger o rechazarlo todo,
sin importar las condiciones externas o internas relacionadas con la
decisión. Por ejemplo, cuando Jesús
fue clavado a la cruz, los dos asesinos, uno de cada lado, estaban a
punto de morir. Solamente uno pidió a Jesús el perdón, mientras que el
otro, incluso al borde de la muerte y sin nada que perder, decide
burlarse del mismo. En el punto de vista de los Metodistas y otros que
creen en el libre albedrío, esto fue la escogencia entre la vida y la
muerte eterna.
También fue adoptada la teología arminiana en el siglo XIX por el movimiento restauracionista de los Discípulos de Cristo e Iglesias de Cristo.
Actualmente las tesis arminianas han llegado a tener aceptación entre
cristianos de diferentes denominaciones de varios países.
En el catolicismo
Teólogos de la Iglesia Católica abrazan la idea del libre albedrío, pero generalmente no ven el libre albedrío existiendo aparte o contradiciendo la Gracia divina. San Agustín de Hipona y Santo Tomás de Aquino escribieron extensamente sobre el libre albedrío, con Agustín concentrándose en la importancia del libre albedrío en su respuesta a los Maicéanos, y también en las limitaciones de un concepto de libre albedrío ilimitado como negación de gracia, en sus refutaciones de Pelagio. El énfasis del catolicismo cristiano en el libre albedrío y gracia es generalmente contrastado con la predestinación de la cristiandad protestante especialmente después de la contrarreforma, pero entender conceptos que difieren acerca del libre albedrío, es tan importante como entender los diversos conceptos de la naturaleza de Dios, centrándose en la idea en que Dios puede ser todopoderoso y omnisapiente aunque la gente continúe ejercitando el libre albedrío, ya que Dios no existe en el tiempo.
En la ortodoxa oriental
El concepto de libre albedrío será también muy importante en las iglesias ortodoxas, particularmente en las orientales ortodoxas, y muy especialmente en las afiliadas al Cóptico. Muy similar al concepto del judaísmo, el libre albedrío es tratado como axiomático. Todos poseen un libre albedrío que seguirá siguiendo su consciencia y arrogancia, ambas siendo parte del individuo. Mientras uno más sigue la consciencia, se obtienen mejores resultados, y mientras uno más siga la arrogancia, peores serán los resultados. Seguir la arrogancia propia es a veces comparado con los peligros de caer en un hueco al caminar en oscuridad, sin la luz de la conciencia que ilumina el camino. Doctrinas muy similares han también encontrado expresión escrita en el “manual de Disciplina” de los Manuscritos del Mar Muerto, y en algunos textos religiosos baja la posesión de los judíos Beta Israel de Etiopía.
En el mormonismo
Los mormones o los Santos de los últimos Días creen que Dios le ha dado a todos los humanos el regalo del libre albedrío, siendo la meta última retornar a su presencia. David O. McKay, anterior profeta y presidente de la Iglesia, comunicó: “es el propósito del Señor que el hombre se convierta a su imagen y semejanza. Para que el hombre lo logre fue necesario para el Creador hacerlo primero libre”.
Con respecto al conflicto libre albedrío y predestinación, los mormones opinan que Dios preordenó al hombre en particulares estaciones de la vida, en orden de avanzar Su plan para guiar a la humanidad de vuelta a Su presencia. Estas preordenanzas no eran decretos inalterables, sino llamadas de Dios para que el hombre realizara misiones específicas en su mortalidad. Los hombres son responsables por su propio destino, a pesar de su fe y obediencia a los mandamientos de Dios.
El “libre albedrío” entonces no debería ser interpretado como las acciones sin consecuencias; “Libre” significa que es un don de Dios y las consecuencias deben venir necesariamente como resultado de las decisiones hechas. Aun así el libre albedrío y la contabilidad son complementarias y no pueden ser separadas.
Una diferencia grande, y un punto de vista clave para el entendimiento del libre albedrío mormón, entre los cristianos comunes y los mormones involucra la creencia en una vida antes de la inmortalidad. Los mormones creen que antes que la tierra fuese creada toda la humanidad vivía en una vida preexistente como hijos espirituales de Dios, citando a hebreos 12:9. Aquí Dios, su Padre, nutrió, enseñó y vio los medios para su desarrollo, pero nunca los robó de su libre albedrío, citando a doctrina y convenios 29:35. En este estado persistente ellos podían aprender, escoger, crecer, retroceder, como en la tierra. Esta preparación les permitiría volverse los hombres y mujeres de la tierra, y ser educados posteriormente y probados en la escuela de la inmortalidad para retornar a la presencia de Dios y volverse como Él.
Aun así se cree que la vida preexistente ha sido un período infinitamente largo de probación, progresión y escuela. Algunos de los hijos espirituales de Dios ejercitaron tanto su albedrío que se conformaron con la ley de Dios y se convirtieron en “nobles y grandes”. Éstos fueron preordenados antes de sus nacimientos mortales para realizar grandes visiones para el Señor en esta vida, como fue descrito en el Abraham en los versos 3:22-28. Pero incluso éstos, quienes fueron preordenados para la grandeza podían caer y transgredir las leyes de Dios. Por lo tanto, la mortalidad es simplemente un estado donde la progresión y la probación son continuados así como comenzó en la preexistencia. Sin libre albedrío la mortalidad sería inútil.
En el judaísmo
La creencia del libre albedrío es axiomática en el pensamiento judío, y está conectada muy de cerca con el concepto de premio y castigo, basado en la Torá. El Versículo 30:19 del Deuteronomio dice “Yo (Dios) te he dado vida y muerte, bendición y maldición: escoge vida”. El libre albedrío es entonces discutido largamente en la filosofía judía, primariamente como el objetivo de Dios en la creación, y después resultando en una paradoja.
Las enseñanzas tradicionales sobre la creación, particularmente influenciado por el misticismo judío, son que “este mundo es como un pasillo para el Mundo Venidero” (Pirkei Avoth 4:16).
“El hombre fue creado con el solo propósito de regocijar a Dios, y
derivando el placer del esplendor de Su presencia… el lugar donde esta
alegría se dará es en el Mundo Venidero, que fue creado expresamente
para esto; pero el camino al objeto de nuestros deseos es este mundo…” (Moshe Jaim Luzato, Mesillat Yesharim, Cap.1).
El libre albedrío es requerido en la justicia de Dios, “de otra
manera, el Hombre no obtendría ni rechazaría actos de bondad sobre los
cuales él no tendría control.”
Es entendido posteriormente que para que el Hombre pueda tener un libre
albedrío verdadero, no debe tener solamente esto internamente, sino
también un ambiente que permita una decisión entre obediencia y
desobediencia. Dios, así, creó el mundo para que bien y mal puedan
operar libremente;esto es el significado de la máxima rabínica, “todo está en las manos del cielo menos el miedo al cielo” (Talmud, Berachot 33b). En la literatura Rabínica,
hay mucha discusión entre la omnisciencia de Dios y el libre albedrío.
La visión representativa es que “todo está previsto; aun así, el libre
albedrío es dado” (Rabí Akiva, Pirke Avot, 3:15). Basado en el entendimiento, el problema es descrito como una paradoja, más allá de nuestro entendimiento.
“El Sagrado, Bendito sea, sabe todo lo que pasará antes de que haya
pasado. ¿Sabrá Dios si una persona particular será buena o mala, o no lo
sabrá?, si Él lo sabe, será imposible para esa persona no ser buena, y
así demuestra que no conoce todo lo que Él ha creado...El Sagrado,
Bendito sea, no tiene temperamentos y está fuera de dichos ambientes, a
diferencia de la gente, cuyos seres y temperamentos son dos cosas
separadas. Dios y sus temperamentos son uno, y la existencia de Dios está más allá de la comprensión del hombre…
No tenemos las capacidades de comprender cómo El Sagrado, Bendito Sea,
conoce todos los eventos y su creación. [Sin embargo] se sabe sin duda
que la gente hace lo que quiere sin El Sagrado, Bendito Sea, forzándolos
a hacer algo… Es dicho por esto que un hombre es juzgado de acuerdo a
sus acciones.” (Maimonides, Mishne Torá, Teshuva 5:5)
La paradoja es explicada, pero no resuelta, al observar que Dios existe fuera del tiempo y por lo tanto, su conocimiento del futuro es exactamente el mismo conocimiento del pasado y del presente.
Así como su conocimiento del pasado no interfiere con el libre albedrío
del hombre, tampoco en un futuro. Una analogía es aquella del viaje en
el tiempo: El viajero del tiempo, habiendo regresado del futuro, sabe
previamente lo que alguien hará, pero mientras él sabe esto, este
conocimiento no causa la acción del sujeto; el sujeto tuvo libre
albedrío incluso cuando el viajero del tiempo tuvo un conocimiento
previo. Esta distinción entre conocimiento previo y predestinación, es
discutido por la crítica de Maimonides Abraham Ibn Daud.
Aunque lo previo representa la vista mayoritaria en el pensamiento
rabínico, hay muchos grandes pensadores que resuelven la paradoja al
excluir explícitamente el divino conocimiento previo. Ambos, Saadia Gaon y Judah ha-Levi mantienen que “las decisiones del hombre preceden al conocimiento de Dios.” Gersónides
sostiene que Dios sabe, de antemano, las decisiones abiertas a cada
individuo, pero no conoce que decisión el individuo en su libertad
tomará.
Isaiah Horowitz
toma el punto de vista de que Dios no puede saber cuáles elecciones
morales tomarán las personas, pero que, sin embargo, no deteriora su
perfección.
La existencia del libre albedrío y la paradoja descrita anteriormente está ligada cercanamente al concepto de Tzimtzum. Tzimtzum apoya la idea de que Dios “contrajo” su esencia infinita,
para permitir la existencia de un “espacio conceptual”, en el cual un
mundo finito, independiente pudiese existir. Esta “constricción” hizo
posible al libre albedrío, y seguidamente el potencial para heredar el
potencial y el Mundo Venidero. Más allá, de acuerdo con la primera
aproximación, está entendido que la paradoja de la omnisciencia del
libre albedrío provee un plano temporal paralelo a la paradoja inherente
dentro de Tzimtzum.
En la garantía del libre albedrío, Dios, de alguna manera ha
“disminuido” su conocimiento previo para permitir la acción
independiente del hombre; Él posee su conocimiento previo y aun así el
libre albedrío existe. En el caso de Tzimtzum, Dios ha contraído su esencia para permitir la existencia independiente del hombre; aun así es atractivo y trascendente.
En el pensamiento judío, el libre albedrío es todavía discutido en
conexión con la Teología Negativa, la Divina Simplicidad y la Divina Providencia así como los principios judíos de la fe en general.
En el islam
El islam enseña: Dios es omnisciente y omnipotente; lo ha sabido todo por la eternidad. Pero aún, hay una tradición de libre albedrío para que el hombre reconozca la responsabilidad de sus acciones, la cual ha sido extraída del Corán.
Así está escrito en el Corán: “Nadie cargará el peso de otro.” El
libre albedrío es la base sobre la cual uno puede ser castigado o
recompensado en la vida posterior.