
El pensamiento estratégico conlleva prepararse y estar en condiciones de recibir desafíos futuros, tanto los previsibles, como imprevisibles articulando oportunidades. Un pensamiento estratégico parte de una misión, la que a su vez, se proyecta con una visión de futuro que incorpora valores basados en las variables de la realidad, la mística y la cultura de la organización y que debe materializarse tácticamente, mediante la información y los conocimientos, preparando opciones.