MITO DE LA CREACIÓN EN EGIPTO

Nun, entendido como un «concepto», es el principio común en todas las cosmogonías, la primera sustancia abstracta, el elemento caótico que contiene el potencial de la vida, simbolizado en caóticas aguas primordiales que ocupaban todo el universo.

En el principio, antes de la creación, solo hay Nun (que aun así no «existe»): es un océano inerte, sin límites, rodeado de absoluta oscuridad (que no es la noche, pues ésta aún no ha sido creada). Los sacerdotes egipcios, para describir este estado, enumeraban lo que no existía.

Del Nun surge espontáneamente la vida como demiurgo que solo piensa. A continuación el demiurgo comienza a hablar, y se disocia del Nun que se convierte en el océano primordial. Aún no existe y por ello no ve lo que ocurre. Entonces el Demiurgo comenta al Nun lo que sucede; el relato del Demiurgo provocando la respuesta y el despertar del Nun, es el origen de la palabra, y del diálogo.

En ese momento el Demiurgo se mueve y es el principio de la creación. Pues el Demiurgo y el Nun no forman parte realmente de la creación.

Se creía que, después de la creación, las aguas del Nun rodeaban la Tierra, siendo Nun el responsable de la inundación anual del Nilo, y de las aguas subterráneas que marcaban los límites entre el mundo de los vivos y el de los muertos.

Jnum, en el Antiguo Egipto, era considerado el dios de la fertilidad, creador del «huevo primordial» de donde surgió la luz solar, dando vida al mundo. Era también un dios alfarero que modelaba las personas con lodo del río Nilo, creando su ka en el momento de nacer. También era guardián de las aguas del «inframundo» (Duat) y custodio de las fuentes del Nilo en Elefantina.

Según una tradición, Jnum creaba a los hombres con su torno de alfarero, pero rompió su rueda cansado de hacerla girar y colocó, en cada mujer, una parte de ella. Desde entonces, las personas pudieron reproducirse sin su intervención.

Olorum, el Dios del cielo, pidió a sus hijos que crearan un nuevo reino en el que se extendieran sus descendientes, otorgándole el nombre de Ile-Ife. Olurum lanzó una gran cadena desde el universo donde vivía, siendo las aguas primeras su objetivo, por dicha cadena bajó Oduduwa, portando un puñado de tierra en sus bolsillos, una gallina de cinco dedos y una semilla. Cuando estuvo preparado, Oduduwa arrojó el puñado de tierra sobre las aguas, formándose así su nuevo reino, Ife. Allí la gallina rasgó el suelo y enterró la semilla, de la que creció un gran árbol de dieciséis ramas, que son los dieciséis hijos de Oduduwa, de los que descienden las dieciséis tribus yoruba.


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